Junto con el del cine y los libros, pocos sectores han sufrido una transformación tan radical como el de la música. Atrás quedan los años dorados de las discográficas con cifras millonarias de venta de discos. Ahora la industria musical es un negocio digital que ha tenido que adaptarse a la fuerza a una nueva realidad.
La tecnología y la música siempre han ido de la mano
La tecnología siempre ha sido una compañera ineludible de la música. Los soportes físicos siempre han necesitado equipos para reproducirlos y medios donde promocionarlos. El iPod supuso un auténtica revolución que durante un tiempo consiguió casar las necesidades de las discográficas con la de los usuarios. Actualmente son los servicios de streaming como Spotify los grandes dominadores de la distribución de la música. Spotify es otro de esas grandes anomalías que tanto nos da internet. Es un servicio que admite suscriptores pero donde muchos usuarios no pagan. Spotify, como otros muchos servicios de streaming necesita pagar multimillonarias licencias para poder ofrecer su extenso catálogo de música.
Lo que viene a demostrar el modelo de streaming es que necesitas estar muy muy muy arriba para pensar en generar dinero a través de estos servicios. Esto viene también a reflejar una forma distinta de consumir los contenidos. En el caso de Spotify todo consiste en las famosas listas de reproducción o playlists.
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