Los podcasts son cutres, y eso es muy bueno para internet
Llevo siendo oyente de podcasts una buena cantidad de años y recientemente he cumplido una de mis aspiraciones más personales y me he animado a empezar mi propio podcast. Hasta ahora y después de unos cuantos episodios debo admitir que la experiencia ha sido muy enriquecedora. Preparar un programa y ponerse delante del micrófono es un trabajo que lleva bastante esfuerzo, pero al mismo tiempo te obliga a afinar tus habilidades de comunicación y expresión oral. El resultado, hasta ahora, creo que es bastante digno, aunque soy consciente que hay mucho margen de mejora, tanto en la parte técnica como en la personal.
Al podcasting le pasa un poco como a Brasil, que siempre termina por ser la eterna promesa. Todos los años se dice aquello que “este será el año del podcasting”, con un horizonte lleno de oyentes y posibilidades de “monetización” a través de publicidad en los programas. Lo que es que indudable es que el podcasting avanza (sí, como abnegada tortuga) en España y que cada vez son más las personas que descubren de qué va esto de los podcasts y la forma de adaptarse a ellos. En este punto, es donde deberíamos marcar una línea en el suelo y delimitar lo que de verdad es podcasting y lo que es un audio distribuido por internet. Para mí el podcasting es un programa independiente y libre hecho por y para ser distribuido en internet. Ni es un audio-libro, ni un programa de radio comercial listo para descargar. No es una cuestión de ser purista, es cuestión de poner el nombre de podcast a lo que nació como tal.
El podcasting debe ser un medio fundamentalmente rebelde
El libro La Catedral y el Bazar de Eric S. Raymond, explicaba las diferencias entre el software propietario y el código abierto. Como su nombre indica el software propietario, vendría a ser una catedral, con una estructura organizada y jerárquica. En cambio el código abierto disponía de las ventajas de lo “bullicioso de un bazar”, donde la creatividad y el trabajo colaborativo suplen los recursos de una organización empresarial. A mí me gusta ver el podcasting más como un bazar que como una catedral. La facilidad de producción y de distribución de un podcast permite que cualquier persona o grupo con algo que contar y compartir haga uno. Así que el podcasting llega mucho más lejos de lo que nunca lo hará la radio comercial. De hecho, el podcast produce innovación en los contenidos y al mismo tiempo le permite dar voz al rebelde o al inconformista. Hoy, todo el mundo alaba al Silicon Valley y a las empresas de internet, sin comprender que muchas de esas organizaciones son hijas del código abierto. Caminan como diría Carl Sagan, “a hombros de gigantes”.
Dios nos libre de la calidad en el podcasting
Hace pocos días el poderoso grupo Prisa estrenó su propia red de podcasts llamada Podium Podcast. Según explican se trata de “productos pensados exclusivamente para internet con nuevas narrativas radiofónicas que cuidan el sonido y apuestan por la calidad”. ¿Queda claro no? Para Prisa el mundo del podcasting independiente es cutre y lo que necesita para ganar audiencia es calidad. ¿De verdad no hemos aprendido nada de internet? Si hay algo que creo que muchos han aprendido de internet, es que la calidad importa y mucho, pero no es ni mucho menos lo más importante. Factores como la originalidad, la frescura, la independencia y la conexión con la audiencia son esenciales. En este aspecto YouTube es un ejemplo perfecto. Miles de personas crean contenidos por su cuenta de lo más variados y algunos pocos tienen la suerte de contar con miles de suscriptores y espectadores. ¿Son contenidos de gran calidad? En absoluto.
Si quieres ver el futuro del podcasting, mira el presente de otros medios
A los podcasts se les suele comparar con los blogs. En su momento, muchos pronosticaron la desaparición de los medios tradicionales en favor de la pluralidad y conveniencia de los blogs. En efecto, los blogs tuvieron una época buena, pero ahora un blog es como un página web: una gota en el océano. Existen blogs de éxito, con audiencias y números importantes pero sin duda son una selecta y escasísima minoría. ¿Deben por ello los blogs minoritarios irse a casa? Prisa la vio venir también con los blogs y compró la mitad de la edición en español del Huffington Post. ¿Qué ha conseguido con ello? Francamente, poca cosa en términos de influencia. Estudiar el fenómeno blog ayuda a ponerse en perspectiva con respecto a los podcasts. Ambos están, con algunas excepciones, para a llegar a lo que se podría llamar como “micro-audiencias”. Sirven un contenido especializado, para un público reducido pero con el que se establece una conexión muy cercana.
Ya que he tocado el Youtube, otra comparación que me parece muy oportuna hacer es con las webseries. Producciones independientes hechas en ocasiones por jóvenes profesionales con historias interesantes que contar. Algunas han sido la puerta de entrada para producciones de televisión, pero la mayoría se quedan en piezas para internet, vistas por amigos y un público especializado. Con todo, este material supone un aire fresco y arriesgado, en comparación a las producciones de masas para televisión. Es posible que para gran parte del público estas producciones sean cutres, pero todo lo que empieza es necesariamente cutre. Casi nadie es capaz de ver el potencial de una empresa cuando empieza en un garaje.
Disfrutemos del podcasting conforme está concebido hoy
Opino que hay que ser muy realista con el alcance del podcasting. Creo que el público es el que hay y algunos muchos más. El crecimiento de la escucha de podcasts creo que se debe a que los ya escuchamos podcasts, ahora escuchamos muchos más programas. Siempre se ha dicho que el planteamiento del podcast era muy complicado para el oyente medio. La terminología que rodea al podcasting (empezando por el nombre) tiende a confundir. Feed RSS, sindicación, gestores (en el fondo es como el mundo blog) y así un largo etcétera de términos, que si bien, son fáciles de entender, suponen una barrera de entrada para el gran público. Esto hace que hasta la fecha, el podcasting haya sido como un pequeña sociedad secreta. Los oyentes de podcasts, simpatizan y discuten sobre sus programas favoritos. Incluso, se sorprenden al descubrir que escuchan los mismos.
El proceso de descubrimiento de nuevos podcasts sigue siendo complicado, oscuro y hasta cierto punto, interesado.
El amo indiscutible del mundo podcasting no es otro que Apple con su plataforma iTunes. De hecho, para muchas personas es su única fuente de contacto con podcasts y de alguna forma, no conciben el podcasting fuera del iTunes. El inconveniente de iTunes es su carácter hermético. Al igual que otras plataformas de podcasting dan más herramientas al podcaster, iTunes se centra exclusivamente en los usuarios. La ausencia de estadísticas, herramientas de promoción y de producción es sorprendente para un medio que tanto ha hecho por lanzar el uso de iTunes. ¿Acaso esto se explica porque Apple entiende que los podcasts no son comerciales? ¿Los percibe como contenido amateur?.
Hoy los teléfonos móviles permiten escuchar podcasts con suma facilidad y conveniencia.
Escuchar podcasts es fácil una vez te acostumbras a la mecánica de la suscripción y la descarga. Al contrario que el vídeo puedes hacerlo mientras haces otras cosas (trabajar, limpiar la casa, pasear al perro, etc). Tienes los programas que cualquier oyente de podcast utiliza para descargar los episodios (aquí cada uno con su elección) y al mismo tiempo, llegan las aplicaciones de las plataformas de podcasts como iVoox o Spreaker.
Los móviles hoy son el ecosistema donde los podcasts germinan, pero el proceso de descubrimiento de nuevos podcasts sigue siendo complicado, oscuro y hasta cierto punto, interesado. Es en este aspecto donde plataformas como Podium juegan con ventaja. Disponen de medios para darle publicidad a sus contenidos y tienen los recursos técnicos para distribuirlos. Hoy, el creador de contenidos en internet, si quiere alcanzar algo de exposición, debe ser bueno en la distribución y en la promoción de los mismos. Tiene que trabajar bien su página web, sus redes sociales y escoger bien los medios donde distribuir su contenido para llegar a su público objetivo (suponiendo que sepa identificarlo). Además no hay que olvidar que el podcast no tienen que terminar en la locución. El debate puede seguir en los comentarios y no hay que olvidar que el contenido puede ser perfectamente combinado con el texto, obteniendo un producto de gran capacidad de comunicación.
No todo el mundo quiere monetizar un podcast, pero si quieres hay buenas oportunidades
En este punto se marca una importante distinción: la necesidad o no de querer monetizar tu podcast. No todos los podcaster, al igual que no todos los que escriben en un blog, tienen el interés de obtener un rendimiento económico directo de su producción. Es muy posible que el podcast ayude a darte visibilidad y que eso repercuta en tu actividad profesional (el caso más común), pero hay personas que lo hacen como puro hobby y obtienen satisfacción de compartir experiencias y conocimientos sin esperar un retorno económico. Volvamos a la comparación con el mundo blog ¿quién se gana la vida con un blog?. En el mejor de los casos es una ayuda a tu economía doméstica, pero muy lejos de suponer un sueldo. Los patrocinadores y los agencias de publicidad comienzan tímidamente a ver oportunidades en patrocinar podcast porque el público está “ultra-segmentado”.
Con todo, para que esto se haga realidad los números de audiencia deben ser mucho mejores de lo que son de media, con la dificultad añadida de que nadie sabe los números exactos de su audiencia. El podcasting cuenta con el inconveniente de que no nay forma de saber el número de personas que han escuchado tu contenido (incluso, una descarga no tiene que equivaler a una escucha efectiva). Algunos hacen malabarismos y piensan en la forma de hacer podcasts premium (vamos, de pago) una opción que por ahora se antoja bastante complicada, no por motivos técnicos, sino más bien por mercado. No obstante, un podcast de pago equivaldría a mantener una independencia que, lo reitero, supone la mayor ventaja del podcasting: la libertad de expresión y la pluralidad de contenidos.
Prefiero un podcast interesante que se oye con cierta decencia, a un programa inmaculado, realizado de manera profesional que no me llega como oyente
Expreso una opinión personal cuando digo que prefiero un podcast interesante que se oye con cierta decencia, a un programa inmaculado, realizado de manera profesional y con perfectas voces radiofónicas que no me llega. Es más, valoro más los esfuerzos de un podcaster aficionado que reúne el tiempo para producir un contenido con el que puedo “sintonizar”, que el de un programa de producción impecable. Y pongo un ejemplo. El reciente debate político retransmitido por todos los grupos televisivos, brilló por lo aburrido y previsible que fue. Cualquier podcast de debate económico y político independiente, supera con mucho en interés y en utilidad para cualquier ciudadano (ideologías aparte). La calidad técnica no es sinónimo de calidad en los contenidos.
Hagamos algo que merezca la pena ser escuchado
Cuando se habla del futuro del podcast, implica que el presente tiene poco valor. Que necesita ser pulido y mejorado. Que tiene que venir alguien importante a arreglarlo. No me fío de los salvadores de contenidos. El podcasting no es una promesa. Es una tecnología que funciona y que tiene un público que lo disfruta todos los días. Así que yo quiero y deseo podcasts “cutres”, pero que aporten cosas que me interesen. Al igual que prefiero una internet independiente, prefiero esa virtud de lo independiente y lo minoritario que tienen los podcasts. Es seguro que con los podcasts no nos haremos ricos, pero ¡qué demonios!. Haremos algo que merezca la pena ser escuchado.
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